sábado, 20 de febrero de 2010

Zapatos de barro

Érase una vez un cuento real, otra historia triste por contar. Odios, injusticia, dramas....y vecinos que ni ven, ni oyen ni sienten la angustia.

Os abro las puertas de un mundo en el que una aguja se pasa la eternidad persiguiendo a otra sobre un circuito que desconozco. Absurda obsesión por controlar los hilos del tiempo.

Tiempo... no pasa igual para todos los corazones que laten.

Érase una vez unos zapatos de barro.


ESCENA I:

Situación: Ankara. Liu, un turista japonés, entra en una tienda de revelación de fotos, en cuya puerta se anuncia que los revelados solo tardan 10 min. Un anciano muy amable le atiende:

-Buenos días señor, ¿en qué puedo servirle?

-Buenos días! Verá, quería informarme sobre las revelaciones superfast que hacen. ¿Los resultados son buenos?

-Sí, caballero. Los mejores!! Además, si tardamos más de la cuenta o alguna sale defectuosa por nuestra imprudencia, le devolvemos el dinero.

-Pero…¿solo diez minutos?

-¡En diez minutos!

-De acuerdo, confío en usted. Esperaré fuera…

-Gracias por su confianza…

Liu sale a la calle. Busca impaciente una barrita de chocolate que guarda en el bolsillo de su nueva chaqueta. En ese momento sube la mirada para mirar el reloj de la plaza.

Son las 10’50 de la mañana.


ESCENA II

Son las 10’50 de la mañana en un poblado de Darfur, en Sudán:

Me encuentro en la mezquita con mi hermano. De repente, un grupo de casi cincuenta yanyawids entra dentro y comienza a disparar en todas direcciones. Veo gente que comienza a caer muerta.

Justo en el momento en el que me giro para coger a mi hermano y huir, veo como una bala le atraviesa la cabeza. “¡Nooo!! Ibrahim, no! ¡¡Hermano, no te mueras!!”

Comprendo que es demasiado tarde para él. Me veo obligado a dejarlo allí. Seguramente los yanyawid estén en el poblado.

Debo ayudar a mi familia, y ahora también a la de mi hermano.

Consigo escapar de la mezquita. ¿Cómo han podido atacar en un lugar tan sagrado? ¡Llamarnos esclavos en casa de Alá!!

Veo humo en el pueblo. Han empezado a quemar nuestras casas, solo quedan algunas en buen estado. La mía la acaban de incendiar. Mis hijos! Mi mujer!! Tengo que salvarlos!

Cuando llego ya es demasiado tarde. Mis sobrinos también estaban en casa. Me llena la desesperación, la rabia me impide llorar. De repente oigo un llanto tras la escalera. “Husna! Cariño, pequeño tesoro! No te han visto, tan pequeñita que eres! Vámonos antes de que nos encuentren!”

Salgo corriendo con mi hija en brazos, però un yanyawid nos ve y me dispara a la pierna. Como consecuencia me veo obligado a aminorar la marcha. Al ver que continúo corriendo, comienza a disparar como loco. No acierta pero… “Husna, no!! No por favor, tú no! No te mueras tú también, no me dejes solo” La tumbo delicadamente sobre el suelo. Solo tenía cuatro años, no le había hecho nada a nadie!

Me levanto de espaladas a ellos, estoy llorando. Doy media vuelta, ya nada me importa. Lentamente avanzo hacia ellos. Veo la gente correr, caer muerta, veo los rios de sangre de mis amigos, de mis hermanos, de mis hijos. Siento un golpe en el pecho, el mismo que sentí en la pierna, el mismo que sintió Husna, mis otros tres hijos, mi mujer, mi hermano. Me han arrebatado todo lo que tenía, todo lo que quería. Ahora solo deseo volver con ellos.

Un par de disparos más me hace caer de espaldas al suelo. Siento un mareo indescriptible, no obstante noto su presencia, la de Samira, mi mujer. La veo sonreír. “Ya voy contigo, amor”. Abro los ojos de nuevo, veo el azul del cielo, bajo la mirada y me puedo ver los pies. Sonrío por última vez, parece que lleve zapatos de barro.

A las 11’00 de la mañana cierro mis ojos por última vez.


ESCENA III:

Ya son las 11 de la mañana. Han pasado los 10 minutos y Liu entra de nuevo a la tienda. Sorprendido, se encuentra al dependiente esperándole en el mostrador con sus fotos en la mano y una sonrisa de oreja a oreja.

-Aquí están sus fotos, señor.

-¿Están todas bien? - pregunta Liu, aun con la expresión de sorpresa en la cara.

-Combruébelo usted mismo, caballero...

-Están perfectas! Muchas gracias. Tenga usted. Quédese el cambio, se lo merece!

-Gracias! Tenga un buen día!

-Gracias a usted! Adiós!

Érase una vez... un mundo paralelo.


xEa

martes, 16 de febrero de 2010

Fingir


Fingir es algo que a mucha gente se le da bien. De hecho, todo el mundo finge en algún momento de su vida. Puedes fingir para no hacer sufrir los demás, fingir porque quieres demostrar que eres fuerte aunque realmente no lo seas, fingir para hacer creer que eres feliz... fingir que todo está bien, porque quieres creerlo. Aunque en el fondo sepas que esa no es la forma de conseguirlo, aunque sepas que por ese camino nunca llegarás a serlo...

Fingir porque esa vida que llevas, es la adecuada, esas compañías son las que debes tener, y porque es surrealista pensar que haciendo lo que de verdad anhelas, podrás dormir tranquilo.

Porque aunque cada vez que te acercas a eso que quieres, que no es correcto ni sensato, sientes que tu corazón vuelve a latir y que tu vida se ilumina, pero a la vez, sientes que eres la persona más estúpida del mundo por sentirte así.

Porque la vida hace esas bromas, y alguien con la suficiente sangre fría saldría adelante. Pero los soñadores, los insensatos y vaya, los tontos, siguen mirando con añoranza a esas cosas de las que se apartaron, pero que por mucho que lo intenten no pueden dejar atrás.

... y porque tú también eres así, tienes que fingir, aunque en el fondo quieras que alguien pueda ver a través de todo eso, y te pueda dar una respuesta que lo arregle todo, y te devuelva todo lo que dejaste atrás. O aún mejor, que todo cambie de repente, y valga la pena luchar por volverlo a recuperar.


Aunque en el fondo sepas que es imposible, y que no tiene solución.






-Mm-