sábado, 28 de noviembre de 2009

Un día en el mundo


Érase una vez él.
Érase una vez ella.
Y érase una vez una estrella que les llevó a encontrarse.
Ese día se conocieron. Solo ese día.

Les gustaba jugar a reír, jugar a volar, jugar a mirar el mundo, jugar con la luz del día.

Estaban juntos. Compartieron la lucha del cielo. Vieron como las tinieblas ganaban a los rayos del sol, como los empujaban hasta hacerlos desaparecer en las grandes bocas de las montañas más altas. Pero les gustaba, les gustaba más la luz de la luna y de las estrellas, disfrutaban el cálido frescor de una noche de verano.

Él se fue, lejos, demasiado lejos. Desapareció tras los focos, tras el bullicio de una gran ciudad. Se separaron para no volverse a ver.

Hablaban, y cuando lo hacían relataban sus sueños, se contaban sus visiones, sus cuentos ufanos, sus utopías. Hablaban sobre recuerdos, sobre insignificantes universos por conquistar, de fronteras invisibles, de futuros imposibles. Hablaron de volverse a ver. Apostaron a ser y perdieron...

Dejaron de hablar. Dejaron de escribirse. El tiempo borró las palabras, el espacio se ocupó de la complicidad y los recuerdos. Los sueños... en fin, siguen existiendo en otra dimensión conocida solo por los espectros de un lugar ya desconocido.

Se trató de un sueño, en realidad. Algo que sucede el día en que una estrella decide desaparecer y hacerse notar. Algo que las calles de esa ciudad no olvidarán.



Érase un día la felicidad...


xEa

jueves, 26 de noviembre de 2009

Recuerdo


Tenía cierta expresión en los ojos que la hacía estremecer.

Sus manos eran fuertes, pero a la vez tenían una firmeza y suavidad que invitaban a tocarlas, y a querer ser tocado por ellas. Su boca siempre acababa esbozando una sonrisa burlona, guardada de momento sólo para ella, porque no importaban muchos más.

Algo en su espalda, o quizá en sus brazos o su altura, hacían que naciera en ella una necesidad de abrazarle siempre, y cuando lo hacía, sus pulmones quedaban invadidos de algo indescriptible que envolvía su alma.

Era esa sensación de estar completa, de estar segura en la persona más perfecta que existía para ella, la sensación de que nadie ni nada podía superar ese momento, la que hacía que no pudiera separarse de él.

Era un loco, un visionario sin futuro, un imprudente. También un genio, que se cansaba de que la gente que le rodeaba no pudiera estar nunca a su altura.

Oía voces que le impedían cumplir su sueño, susurrándole palabras oscuras y tristes,
y perseguía a su princesita infantil y caprichosa, aunque dentro de él sintiera que quería ser el perseguido.

Todas las historias son iguales cuando no consigues que algo quede atrás. Todas tienen la misma sustancia, porque salen de las mismas raíces. Todas hablan de aquello que más duele.

Ésta, por ejemplo y como todas las demás, sigue hablando de él.
La cuestión es, si algún dia dejará de hacerlo.

'Mm'

mundo

Érase una vez. . . un sueño sin final

. . . y érase una vez dos personas, persiguiendo ese sueño sin poder despertar.

Érase un susurro discreto, una palabra, una mirada de complicidad;
érase muchas ideas, revueltas en una inmensa y caótica espiral, y
érase una persona que supo disolver esa espiral. . .

Érase cuentos, rimas, canciones y poemas. . . fotografías que captaron la esencia de la realidad.

Érase un sentimiento, una vivencias, una experiencia,

alegrías, tristeza o desesperación. . .


Érase una vez, una ventana que se abrió a nuestro mundo. . .



Érase una vez.