jueves, 9 de diciembre de 2010

La niña...patosa! ;P

Érase una vez una niña patosa, inútil, TORPE ¡eso es! Una niña torpe – pero no podía usar ese adjetivo para describirse, pues ya estaba en uso de otro ser de similares características…¡Cachis on the salty sea…! - En fin, continuemos con esta historia que aun ni hemos empezado y que no tiene desperdicio alguno (…o en realidad sí)

Todo empezó poco antes de que nuestra protagonista naciera:

Era un frío mes de invierno en una de esas ciudades del este europeo cuando nuestra dulce niña empezó a hacer de las suyas. Sólo faltaban un par de semanas para coger su primera bocanada de aire en un mundo aun desconocido, cuando los médicos detectaron un problema en el corazón de la chiquilla. Al parecer le gustaba dar brincos y se había hecho un lío con su cordón umbilical a modo de bufanda. Efectivamente, hubieron de provocar el parto para ver nacer a una criatura de llanto inaudible y de tez entre rojiza, aviolatada y pálida.

El tiempo transcurrió de una manera más o menos normal y con torpezas y sustos más o menos importantes, hasta que a la tierna edad de 2 años tuvo que abandonar sus raíces por cuestiones ajenas a su patosidad. Mas una vez instalada en su nueva casa no tardó en continuar con sus hazañas: primero introduciendo un perla en su nariz; más tarde, cayéndose –por muy inverosímil que parezca- de una bicicleta de cuatro ruedas, con la consiguiente adquisición de cuatro puntos en la barbilla. Pero no contenta con esos cuatro decidió que un monopatín sería la forma perfecta de alargar una bonita cicatriz y añadir tres puntos más.

Continuó creciendo con caídas, resbalones, balonazos, roturas de agujas, fracturas de huesos, una intoxicación con CO y con pérdidas de numerosos objetos materiales, pero se fue dando cuenta de que su patosidad no era tan sólo física. Se dio cuenta de que no sabía hablar con la gente de una manera pausada y tranquila, le ponía nerviosa saber que tenían la mirada clavada en ella. Era patosa incluso cuando discutía con su hermana y sabía que tenía la razón...¡se quedaba muda! Le daba la victoria a cualquiera que le rebatiese algo.

Era débil y torpe, y…¿quién quiere a alguien así?

Quizás algún día cambiaría, quizás llegaría a ser fuerte y argumentaría con los demás de igual forma que hacía en su cabeza con ella misma.
Quizás algún día llegaría a estar segura de sí misma, y sus continuos esfuerzos por hacer las cosas bien darían resultado.
Quizás algún día la suerte tocaría a su puerta…

Mientras nuestra ilusa niña patosa razonaba sobre todo esto, yo –que me escondía entre la brisa que entraba por su balcón empujando las cortinas- la observaba escribir tan tranquila, segura, concentrada y soñadora a veces, que nunca me hubiera creído esta historia de no ser porque he estado acompañándola durante todo este tiempo.

Érase una vez…la interpretación de una sombra.

···xEa···

viernes, 29 de octubre de 2010

Perla...

Esto lo escribí hace ya 4 años, no he querido cambiar nada, lo he copiado tal cual porque supongo que de alguna manera representa mejor cómo me sentía en ese momento. Siento que esté en valenciano, quien quiera la traducción que me la pida y se la envío.
Supongo que la echo de menos. No creo que nunca pueda olvidarla, aunque no lo pareciese fue una pesona muy importante para mí. Últimamente me viene tanto a la cabeza... Necesitaba publicarlo:
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Es deia Perla. Era una de les xiques més templades de classe, tot i que el seu físic no ajudava molt, però això canviaria amb la pubertat, no calia preocupar-se per això. Tenia cabells rossos, rulls i llargs; els ulls eren verds com l’herba; però el més bonic era el seu somriure: simpàtic, acollidor, desenfadat, viu...
No era el que les mares anomenaven “bona influència o companyia” per les filles, però això a l’Anna i a mi no ens importava gens. Érem tres bojes inseparables. Fins i tot, a classe, vam ajuntar tres taules i vam fer una estratègia per seure juntes. Crec recordar que una volta ens nomenaren “les xiques de Charlie en ross“.
Els últims anys de col•legi van ser els millors d’aquella època juntes. Quasi tots els dies d’estiu anàvem a la seua nova casa per vore alguna pel•li o jugàvem a la seva piscina. La veritat es que els seus pares no s’enfadaven mai, eren gent molt agradable i amable.
Un dels últims dies d’estiu decidirem anar a la plaça de l’Ajuntament. Vam estar allí tot el vespre i ens anàrem si fa no fa a l’1 del matí. I en aquell lloc, i sobre una de les rajoles de l’edifici principal, vam deixar escrit com a record de la nostra amistat: Anna, Perla i Glòria... amigues per sempre!! (típic en xiquets, no?)
Però l’estiu acabà, com tot en aquesta vida, i va començar el primer any d’institut. Així, ens començàrem a distanciar cada volta més, fins arribar al punt de no saludar-nos pels corredors. Ella va començar a anar amb, diguem-li, els malesseros de l’institut; l’Anna començà a eixir amb les xiques de la classe del col•legi; i jo també me’n vaig anar per un altre camí. Tot i això, continuava recordant-les… i estimant-les!
L’any 2006, tres dies abans d’escomençar batxiller em va arribar la trista notícia de que Perla havia mort en un accident de moto -només tenia 15 anys, havia de cumplir els 16 a dessembre-. Vaig marejar-me al sentir-ho, no sabia què fer, m’abellia cridar amb totes les meues forçes, expulsar el dolor que sentia. La dona que em donà la notícia no ho va fer de la forma més correcta que diguem:
-Sí? Hola!
-Hola! Soc Elena!
-Ah! Ara et passe a la mare...
-No, no!! Volia preguntar-te que saps sobre la mort de Perla...
-...Què mort? Com mort? Què dius?...
-Ah! Que no ho sabies?... Aleshores veig que res, posa'm amb la teua mare.

Al paréixer Perla no portava el casc en una rotonda, se l’havia prestat a una amiga que portava darrere. Aquesta sí que va sobreviure, però Perla... morí poc temps després de l’arribada de l’ambulància.
Ara, a voltes, passe per davant d’aquella rajola en què escrivirem els nostres noms i, tot i estar mig esborrats, els observe i a voltes, entre llàgrimes, la recorde i l’enyore, i m’imagine que encara viu, que la puc vore i sentir com abans. M’imagine que encara juguem en aquella plaça a l’amagatall, i que només he de trobar-la per tornar a abraçar-la.


--xEa--

miércoles, 11 de agosto de 2010

Empirismo literario (¿?)

Abrió el libro que llevava en la mano y le leyó un fragmento que tenía subrayado:

"-La poesía no se explica, si te alcanza en el punto justo la sientes, se te revuelven las entrañas.

-¿Cuál es el punto justo?
-Búscalo"

-¿Te gusta? ¿Lo entiendes?
-Sí, no está mal, pero exagera. Y para tí, ¿qué es la poesía?
-¿Para mi?
>>Para mi la poesía son palabras que hablan del alma, su intérprete es una actriz muda, la entiendo por la mirada, los gestos, los movimientos.
Cada verso es una nota, el poema es la música, la melodía que acompaña cada uno de nuestros pensamientos, los hace bailar, moverse, ondearse bajo nuestra piel, como la ropa recién tendida, como dos bailarines cómplices y solitarios.
No se entiende con la razón. La cabeza no entiende al corazón, es la imaginación, la vivencia de esa misma experiencia, el escalofrío de un recuerdo tan tuyo como suyo. Por eso hay poemas tan difíciles de interpretar. El poeta plasma en un papel su sentimiento, su propia experiencia. Es empirismo literario.
La poesía para mi es arte. Es arte porque habla de la música del recuerdo, de la magia del instante, del dolor del pasado, de la crueldad del momento. Es arte porque hace llorar y reir a la vez.
A veces me recuerda al suave tacto de las teclas de un piano en medio de los escombros de un gran edificio.
-¡Vaya! ¿Realmente piensas así? Creo que le das demasiado valor a un puñado de palabras con rima.
-Yo pienso que tú has vivido, amado, odiado y sentido poco en la vida. No me malinterpretes, no te estoy acusando, simplemente te invito a vivir la vida con más intensidad, a degustarla, a palparla con las manos. Los ojos, a veces, no son suficiente.

Caminaron callados durante un rato.

-Bah, chorradas!! Lees demasiado!


···xEa···
(Dedicado a Sugummi, con todo mi cariño!) =)

miércoles, 14 de julio de 2010

El Silencio Está Cansado

El vacío llegó como llega el olvido. Apareció en su puerta, inesperado, insistente, como un huésped que cierto día llega y deshace sus maletas en tu armario, para quedarse.
Despertó en su cabeza, se trasladó al corazón y allí vació todo aquello que no pertenecía a su propia soledad.
Cortó sus alas y ató sus pies.
Tenía la esperanza que en algún pequeño lugar, bajo las láminas de un suelo de parquet, siguiera existiendo su imaginación, la fantasía, la magia, las espirales hechas torbellinos de millones de sueños, del olor de las tardes de verano, de las frutas, del mar... Debajo de cada una de esas láminas había un trocito de aquello que el vacío había enterrado, pero no sabía como sacarlo de allí y volver a colocarlo en su lugar.
Cerró los ojos. Imágenes, movimiento, colores, olores, el suave tacto de toda su vida... felicidad (¿?) Sonrió. Ahora sí que sabía con total certeza que dentro de ese cuerpecito algo de su pasado aun seguía vivo, y luchaba por seguir estándolo.

Un gigante le persigue.
·
·
·
¡Duerme! Vuelve a encerrar en tu cajón todas esas mariposas.
Mañana...mañana vuelve a intentarlo.


···xEa···

viernes, 7 de mayo de 2010

Seguiremos siendo


Prométeme que seguirás siendo joven.
Prométeme
que aunque los surcos
del tiempo moldeen tu piel,
aunque la blanca nieve de los años
tu cabello cubra al atardecer,
que aunque tu vista no alcance a ver
todo lo que vió ayer,
prométeme que seguirás siendo joven.
Y que tu mirada reirá
y que tu sonrisa cegará!

=)

···xEa···

domingo, 14 de marzo de 2010

Uno


Lentamente recogió sus cosas.

Sabía que su huida en verdad no era tal, sino más bien un acto de valentía, una búsqueda, un viaje al reencuentro. La noche caía cuando salió de allí, igual que el sol se fue, sus dudas desaparecieron poco a poco. No así su miedo, que permanecería en ella durante más tiempo.

Estaba sola, pero no importaba, porque la soledad era un sentimiento muy cercano para ella.

No supo de su marcha, pero no importaba. Hacía mucho tiempo que ella se había dejado ir.

La primera vez que vio el mar le pareció inmenso, imponente, y eterno. Aunque compartiera con él un nombre, pensó que no tenía nada que ver con él, que no podía compararse a él. Desde ese momento se prometió a sí misma que su meta sería parecerse más a ese mar, para poder así hacer honor a su nombre.

Se quitó los zapatos, y sintió el frío contacto de la arena húmeda en sus cálidos pies, mientras los hundía cada vez más entre los granos para sentirse parte de esa inmensa realidad, que era la naturaleza. Sintió la calma, y escuchó el silencio de una tierra sin hombres. Probó la sal del mar, y sintió los peces pasar entre sus piernas sin temor a ella, porque ya formaba parte de todo aquello. Escuchó la brisa susurrar entre las ramas, y vio a los árboles mecerse bajo su compás. Todo formaba parte de una armonía secreta, una sinfonía que había sido compuesta por un ser superior al hombre. El cielo azul le devolvió la sonrisa que se dibujó en su cara ante semejante idea.

Aunque nunca lo hubiese admitido, confiaba en la existencia o presencia de algo distinto, no sabía el qué, que velaba por ella desde ahí arriba, que la premiaba cuando hacía lo correcto. Era por eso que siempre intentaba hacer el bien, porque creía firmemente que si no actuaba correctamente, la vida le devolvería la jugada, y odiaba sufrir, y aún más, ver sufrir a los demás. Todo esto formaba parte de un instinto natural en ella, que le hacía agradecer absolutamente todo lo bueno que ocurría a quienquiera que estuviera velando por ella. Quizá, en alguna vida pasada, había sido una persona más sabia, que había llegado a comprender los misterios de aquella tierra que ahora pisaba, y de aquello que se encontraba más allá del cielo.

Secó sus pies con el calor del sol y se alejó de allí, olvidando sus zapatos entre la arena. A partir de ese momento, caminó descalza.









'Mm'

sábado, 20 de febrero de 2010

Zapatos de barro

Érase una vez un cuento real, otra historia triste por contar. Odios, injusticia, dramas....y vecinos que ni ven, ni oyen ni sienten la angustia.

Os abro las puertas de un mundo en el que una aguja se pasa la eternidad persiguiendo a otra sobre un circuito que desconozco. Absurda obsesión por controlar los hilos del tiempo.

Tiempo... no pasa igual para todos los corazones que laten.

Érase una vez unos zapatos de barro.


ESCENA I:

Situación: Ankara. Liu, un turista japonés, entra en una tienda de revelación de fotos, en cuya puerta se anuncia que los revelados solo tardan 10 min. Un anciano muy amable le atiende:

-Buenos días señor, ¿en qué puedo servirle?

-Buenos días! Verá, quería informarme sobre las revelaciones superfast que hacen. ¿Los resultados son buenos?

-Sí, caballero. Los mejores!! Además, si tardamos más de la cuenta o alguna sale defectuosa por nuestra imprudencia, le devolvemos el dinero.

-Pero…¿solo diez minutos?

-¡En diez minutos!

-De acuerdo, confío en usted. Esperaré fuera…

-Gracias por su confianza…

Liu sale a la calle. Busca impaciente una barrita de chocolate que guarda en el bolsillo de su nueva chaqueta. En ese momento sube la mirada para mirar el reloj de la plaza.

Son las 10’50 de la mañana.


ESCENA II

Son las 10’50 de la mañana en un poblado de Darfur, en Sudán:

Me encuentro en la mezquita con mi hermano. De repente, un grupo de casi cincuenta yanyawids entra dentro y comienza a disparar en todas direcciones. Veo gente que comienza a caer muerta.

Justo en el momento en el que me giro para coger a mi hermano y huir, veo como una bala le atraviesa la cabeza. “¡Nooo!! Ibrahim, no! ¡¡Hermano, no te mueras!!”

Comprendo que es demasiado tarde para él. Me veo obligado a dejarlo allí. Seguramente los yanyawid estén en el poblado.

Debo ayudar a mi familia, y ahora también a la de mi hermano.

Consigo escapar de la mezquita. ¿Cómo han podido atacar en un lugar tan sagrado? ¡Llamarnos esclavos en casa de Alá!!

Veo humo en el pueblo. Han empezado a quemar nuestras casas, solo quedan algunas en buen estado. La mía la acaban de incendiar. Mis hijos! Mi mujer!! Tengo que salvarlos!

Cuando llego ya es demasiado tarde. Mis sobrinos también estaban en casa. Me llena la desesperación, la rabia me impide llorar. De repente oigo un llanto tras la escalera. “Husna! Cariño, pequeño tesoro! No te han visto, tan pequeñita que eres! Vámonos antes de que nos encuentren!”

Salgo corriendo con mi hija en brazos, però un yanyawid nos ve y me dispara a la pierna. Como consecuencia me veo obligado a aminorar la marcha. Al ver que continúo corriendo, comienza a disparar como loco. No acierta pero… “Husna, no!! No por favor, tú no! No te mueras tú también, no me dejes solo” La tumbo delicadamente sobre el suelo. Solo tenía cuatro años, no le había hecho nada a nadie!

Me levanto de espaladas a ellos, estoy llorando. Doy media vuelta, ya nada me importa. Lentamente avanzo hacia ellos. Veo la gente correr, caer muerta, veo los rios de sangre de mis amigos, de mis hermanos, de mis hijos. Siento un golpe en el pecho, el mismo que sentí en la pierna, el mismo que sintió Husna, mis otros tres hijos, mi mujer, mi hermano. Me han arrebatado todo lo que tenía, todo lo que quería. Ahora solo deseo volver con ellos.

Un par de disparos más me hace caer de espaldas al suelo. Siento un mareo indescriptible, no obstante noto su presencia, la de Samira, mi mujer. La veo sonreír. “Ya voy contigo, amor”. Abro los ojos de nuevo, veo el azul del cielo, bajo la mirada y me puedo ver los pies. Sonrío por última vez, parece que lleve zapatos de barro.

A las 11’00 de la mañana cierro mis ojos por última vez.


ESCENA III:

Ya son las 11 de la mañana. Han pasado los 10 minutos y Liu entra de nuevo a la tienda. Sorprendido, se encuentra al dependiente esperándole en el mostrador con sus fotos en la mano y una sonrisa de oreja a oreja.

-Aquí están sus fotos, señor.

-¿Están todas bien? - pregunta Liu, aun con la expresión de sorpresa en la cara.

-Combruébelo usted mismo, caballero...

-Están perfectas! Muchas gracias. Tenga usted. Quédese el cambio, se lo merece!

-Gracias! Tenga un buen día!

-Gracias a usted! Adiós!

Érase una vez... un mundo paralelo.


xEa

martes, 16 de febrero de 2010

Fingir


Fingir es algo que a mucha gente se le da bien. De hecho, todo el mundo finge en algún momento de su vida. Puedes fingir para no hacer sufrir los demás, fingir porque quieres demostrar que eres fuerte aunque realmente no lo seas, fingir para hacer creer que eres feliz... fingir que todo está bien, porque quieres creerlo. Aunque en el fondo sepas que esa no es la forma de conseguirlo, aunque sepas que por ese camino nunca llegarás a serlo...

Fingir porque esa vida que llevas, es la adecuada, esas compañías son las que debes tener, y porque es surrealista pensar que haciendo lo que de verdad anhelas, podrás dormir tranquilo.

Porque aunque cada vez que te acercas a eso que quieres, que no es correcto ni sensato, sientes que tu corazón vuelve a latir y que tu vida se ilumina, pero a la vez, sientes que eres la persona más estúpida del mundo por sentirte así.

Porque la vida hace esas bromas, y alguien con la suficiente sangre fría saldría adelante. Pero los soñadores, los insensatos y vaya, los tontos, siguen mirando con añoranza a esas cosas de las que se apartaron, pero que por mucho que lo intenten no pueden dejar atrás.

... y porque tú también eres así, tienes que fingir, aunque en el fondo quieras que alguien pueda ver a través de todo eso, y te pueda dar una respuesta que lo arregle todo, y te devuelva todo lo que dejaste atrás. O aún mejor, que todo cambie de repente, y valga la pena luchar por volverlo a recuperar.


Aunque en el fondo sepas que es imposible, y que no tiene solución.






-Mm-

domingo, 31 de enero de 2010

la Vida en Carnaval...



Érase una vez una historia más
en la que el protagonista intentaba ser alguien, deseaba que otros lo entendieran y lo quisieran.

Alguien que aborrecía la soledad. Que tenía tanto por conservar, que no sabía si realmente lo estaba perdiendo, si LOS estaba perdiendo a todos.

Y ese personaje, que constantemente se sentía secundario en su propia historia, su vida, creía que dándole siempre cariño a la gente ésta le querría. Porque nuestro protagonista sentía que los quería sinceramente. Y a veces parecía funcionar, pero entonces... el silencio, la distancia, las miradas de incomprensión...
Saber que por mucho afecto que mostrara nadie nunca lo entendería. Que quizás los demás se vieran obligados a devolverle una parte de ese cariño. OBLIGACIÓN!

Todos llevamos una máscara que rara vez nos quitamos. En algunos casos se trata de un simple antifaz, pero otros llevan todo el disfraz. Quizás por ocultar sentimientos, temores, vergüenzas, el pasado.

Y en ocasiones, cuando esto ocurría, se sentía vacío y terriblemente abandonado, y se veía a sí mismo rodeado de una infinita oscuridad.

Pero entonces un abrazo no provocado, una sonrisa de complicidad, un guiño, un beso inesperado, un "te echaba de menos", hacía desaparecer esos miedos y esas tinieblas.

De alguna manera, sin necesidad de usar su máscara, alguien simplemente le ofrecía aquello que él tanto anhelaba, que anhela a cada instante. Y éste es el momento en que sonreía porque lo sentía. Y lo hacía con una de esas sonrisas que simplemente mirando a los ojos ves que viene de un lugar más lejano y especial que la propia razón o compromiso social. De algo que sale de dentro y ensancha tanto el ser que por un instante te deja sin respiración. Felicidad, tal vez.

Aunque en el fondo, en algún rincón de todo dolorido corazón, siempre se preguntara si esas personas que le rodeaban y le hacían sentir de esa forma, lo hacían por necesidad o por sinceridad. Y se preguntaba si realmente él lo hacía con cariño y amor o si simplemente era un hipócrita más en el mundo, si era una más de las tantas personas falsas que ya conocía.

No, no! Ese alguien no era así. Simplemente necesitaba dar aunque no siempre recibiese.

Érase una vez la incertidumbre.



xEa