domingo, 31 de enero de 2010

la Vida en Carnaval...



Érase una vez una historia más
en la que el protagonista intentaba ser alguien, deseaba que otros lo entendieran y lo quisieran.

Alguien que aborrecía la soledad. Que tenía tanto por conservar, que no sabía si realmente lo estaba perdiendo, si LOS estaba perdiendo a todos.

Y ese personaje, que constantemente se sentía secundario en su propia historia, su vida, creía que dándole siempre cariño a la gente ésta le querría. Porque nuestro protagonista sentía que los quería sinceramente. Y a veces parecía funcionar, pero entonces... el silencio, la distancia, las miradas de incomprensión...
Saber que por mucho afecto que mostrara nadie nunca lo entendería. Que quizás los demás se vieran obligados a devolverle una parte de ese cariño. OBLIGACIÓN!

Todos llevamos una máscara que rara vez nos quitamos. En algunos casos se trata de un simple antifaz, pero otros llevan todo el disfraz. Quizás por ocultar sentimientos, temores, vergüenzas, el pasado.

Y en ocasiones, cuando esto ocurría, se sentía vacío y terriblemente abandonado, y se veía a sí mismo rodeado de una infinita oscuridad.

Pero entonces un abrazo no provocado, una sonrisa de complicidad, un guiño, un beso inesperado, un "te echaba de menos", hacía desaparecer esos miedos y esas tinieblas.

De alguna manera, sin necesidad de usar su máscara, alguien simplemente le ofrecía aquello que él tanto anhelaba, que anhela a cada instante. Y éste es el momento en que sonreía porque lo sentía. Y lo hacía con una de esas sonrisas que simplemente mirando a los ojos ves que viene de un lugar más lejano y especial que la propia razón o compromiso social. De algo que sale de dentro y ensancha tanto el ser que por un instante te deja sin respiración. Felicidad, tal vez.

Aunque en el fondo, en algún rincón de todo dolorido corazón, siempre se preguntara si esas personas que le rodeaban y le hacían sentir de esa forma, lo hacían por necesidad o por sinceridad. Y se preguntaba si realmente él lo hacía con cariño y amor o si simplemente era un hipócrita más en el mundo, si era una más de las tantas personas falsas que ya conocía.

No, no! Ese alguien no era así. Simplemente necesitaba dar aunque no siempre recibiese.

Érase una vez la incertidumbre.



xEa


1 comentario:

  1. Realmente una prosa corta y espectacular...al leerlo me siento descrito por dentro...y al final me siento mejor...felicidades por este artículo ahora te seguiré.

    Miguel Vargas
    Un fan :)

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